Por qué te escribo, para qué te escribo y cómo te escribo
Yo diría que no es un por qué, si no un para qué te escribo.
Es obvio, es para estar en contacto contigo, es para decirte que: Te Amo, pero no es casual que lo haga, no es solo un hola desde los extremos de los universos. No, mi pequeña y graciosa criatura, como en todo lo que hago, siempre hay cosa más, una necesidad y una dirección ocultas.
Te escribo porque me necesitas en tu vida, soy como el agua que bebes, cuando estoy vivo dentro de ti –figurativa y literalmente, estás lleno de vida, de proyectos, de un propósito. Cuando me cierras la puerta y decides que no viviré dentro de ti, estás desubicado, consumido por el mundo, seco en el alma y nada llena tu vida, puedes estar en la opulencia, pero vacío y miserable en el alma.

Pero no hablemos de cosas que no son lo nuestro, lo nuestro es estar en contacto, contarnos historias, saber el uno del otro, e incluso, la una de la otra.
Cuando estás en deseo de comunicarte conmigo, también te hablo de forma asíncrona, sutil y a veces, a lo largo de días enteros; y lo sé, la pregunta clásica es, ¿por qué no te escucho?
La respuesta es sencilla, yo no uso palabras, uso una comunicación más expedita, una que sobrepasa la velocidad de la luz y que los científicos soñarían poder crear, te hablo a través de la telepatía, entro en tu mente y conecto el corazón (sentimientos) con tu mente (la forma de pensar) y en menos de un segundo, lo que parece una infranqueable distancia de millones de años luz desaparecen y hablo desde el centro de tu ser, si pudieras verlo con los ojos de la carne parecería que tú te hablas a ti mismo desde el centro de ti. Créeme que soy tan veloz como el café instando, pero yo tengo un mejor sabor. Pruébame.
No existen casualidades en mi universo, y la comunicación con el pensamiento no es una fantasía, es algo nato en mí y en ti, solo que tú llevas mucho tiempo sin practicarlo, tal vez en tu mundo un día lo volvamos a poner en servicio, pero deberán ganarlo por derecho de uso en el bien y no en la desviación del mal.
Así, con lo poco que ese sistema funciona en ti, abro la puerta a la comunicación en cuanto piensas en mí, créeme que no desperdicio ni un microsegundo en abrir la boca (los sentimientos) en cuanto tú expresas el deseo de saber de mí. Inmediatamente, comienzo a darte ideas, pensamientos de paz, caminos de acción que seguir para la solución de tus preocupaciones, y hasta ánimos para salir a buscar las respuestas que buscas; para que afuera te encuentres con un ángel humano que puede ayudarte en tu solicitud.
Pero aunque mis hijos e hijas más inexpertos solo me buscan para la solución mágica de problemas, algo que hago muy poco por acuerdo entro nosotros dos (ya luego te diré de por qué eso existe poco), también estoy disponible para hablar como un gran amigo celeste y conversar de todo lo demás, como el clima, tus sentimientos, tus miedos, tus anhelos. Cuando te decides a pensar en mí para todo lo demás me haces muy feliz, me siento halagado de estar en tu vida y de ser tu amigo, créeme que me esfuerzo con amor eterno, en ser como me pintan en tu mundo, en ser un padre, un padre que ama y está cuidando de ti. Créeme que no quiero menos que eso, un amor de padre e hijo o hija, quiero ser tu familia, la íntima, la que solo tú conoces dentro de ti porque nos hablamos y contamos todo. Tengo millones de historias y cosas que contarte de los universos que me puedo pasar todo el día conversando contigo en silencio sin que se note, solo hace falta que cierres los ojos y me lances algo como “hola papá”, no me tardaré en estar a tu lado desde el interior y decirte cosas que no imaginas hasta el momento y que solo tengo para ti, las miles de cosas del universo pueden esperar cuando un hijo o hija me llaman, puedo poner de lado todo el universo si me pides un poco de atención.
Así que quiero que sepas que hoy te escribo como antesala de una comunicación superior, hoy uso las manos de alguien más para acercarme, hoy estás leyendo como es que deseo que me llames, hoy de forma clara y tridimensional te estoy invitando a que me llames, lo hago así porque a veces en tus ocupaciones te olvidas de que podemos estar juntos, solo inténtalo y deja que yo haga el resto. Ahora ya sabes para qué te escribo.
Y así es.